Autor: Adrian Bravo (Ilustración: Jonna Vainionpää)

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cinefilia y relatos

miércoles, 19 de septiembre de 2007


Vaya vaya...empiezo con ganas. Segundo día de blog y segunda entrada. A ver si sigo a este ritmo.

Hoy cuelgo uno de los relatos que realicé para el curso por internet "el gozo de escribir" de la escuela de escritores. Es un curso introductorio de escritura creativa. En él te proponen ejercicios de escritura y chats con los compañeros de curso, en los que se practican técnicas para fomentar la creatividad. Es bastante interesante si te gusta escribir y necesitas un empujoncito. El curso está bastante inspirado en un libro llamado "El gozo de escribir" de Natalie Goldberg. Si queréis echar un vistazo esta es la página web:


El libro, por si os interesa, lo podéis comprar (sin gastos de envío si os registráis por primera vez) en la siguiente página:



Estoy pensando en apuntarme a un curso algo más largo, para profundizar y ponerme más a prueba.


en fin, tras las recomendaciones, ahí va el relato. La verdad es que mientras lo hacía no me di cuenta, pero una compañera de curso me comentó que el relato le recordaba mucho a la película Pi, de Darren Aronofsky (cojonuda por cierto, lo mejor de Aronofsky junto con Requiem for a Dream, aunque claro, sólo tiene tres películas...). La verdad es que se podría currar más, porque sólo era un ejercicio. De todas maneras, ahí va.


Pi

-Pabl…,Miguel…¡Adrián! (mi abuela siempre nombra, como mínimo, a dos parientes cercanos antes de dirigirse a alguien) quita el aparato de la mesa, ¡me estropeas el mantel! Mira como está ya, amarilleao
Le puse el portátil en la mesa supletoria que utiliza para poner galletitas de mantequilla cuando vienen las vecinas a visitarla.
Desde que vivo con mi abuela puedo dedicar más tiempo a la búsqueda, además, siempre huele a pasteles. Cuando me ve todo el día tecleando en el ordenador y poniendo en orden montañas y montañas de documentos, imagina que soy reportero y escribo para un periódico de esos que regalan en la estación de tren, o a veces que soy escritor y con lo que gane de la publicación de mi primer libro le compraré una casita en Peñíscola, donde veraneaba con el abuelo. Otros días no cree nada, se limita a alinear su eje de visión con la pantalla del televisor, se apoltrona en el sofá y se traga toda la mierda que echen hasta la hora de la papilla. Hoy es un día de esos, uno de esos días que aprovecho para dedicarlo enteramente a la búsqueda.
Mucha gente sabe que el número pi tiene infinitas cifras decimales aleatorias: 3,14159265 y así infinitamente. Lo que no todo el mundo parece haber descubierto es que todo, absolutamente todo, está en pi: Lo que estoy escribiendo, tus pensamientos fugaces, lo que dirá mi abuela cuando despierte, la predicción del tiempo de hoy, la transcripción literal del Quijote y de las obras de todos los escritores pasados y futuros hasta la destrucción de la tierra, la fecha de esa destrucción…No es tan difícil de entender: si sustituimos el 1 por la A, el 2 por la B, el tres por la C, y así sucesivamente, formaremos una serie de letras aleatorias e infinitas. Sólo es cuestión de buscar entre la información basura para encontrar las verdaderas gemas, el secreto del grial, las frases escurridizas como gatos asustados, reveladoras y alentadoras como el ángel Gabriel. La primera vez que me di cuenta se me heló la sangre. En esta búsqueda estoy enfrascado hace diez años. Busco desentrañar los secretos del pasado, conversaciones futuras con civilizaciones alienígenas, libros perdidos, nuevas teorías científicas. Todo está en pi, todo…
-Gzzzzhmm, pssssssss
Joder, ya estamos con la incontinencia urinaria de mi abuela. Así es imposible concentrarse. Ella no se da cuenta de lo importante de mi búsqueda, no entiende que dejara el trabajo hace un par de años para dejarme la sangre y el dinero en esto. Como contrapartida, está atendida las 24 horas del día y me deja fumar en el balcón. Limpio el sofá de miguillas de hojaldre, le seco la baba y le doy un beso en la frente. Parece que no se da cuenta, pero sí, sí, ellos lo agradecen.
Se que estoy muy cerca de conseguir algo grande, la búsqueda está dando sus frutos. El mes pasado descubrí la frase “Con cien cañones por banda” y “La doble hélice de ADN” después de millones de cálculos e iteraciones por ordenador. Se me cayeron dos lagrimones gordos como almendras encima de la tarta de chocolate. Estoy más seguro que nunca, más fuerte y convencido que nunca. Todos acertaran a ver un día que mi titánico esfuerzo ha valido la pena. A veces me preocupa lo de recoger el Nobel, nunca he montado en avión, siempre comienzo a sudar cuando pienso en eso. Tengo que ser fuerte, no hay otra manera de acabar con esto.
Descansar un rato me vendrá bien. Siempre me ha gustado el taburete de mimbre del comedor: es cómodo y cruje mucho cuando te sientas. Me pongo al lado de la abuela a mirar la tele. Por orden de cadenas: reportaje sobre retrasos del tren y el temporal que se avecina, las nuevas aventuras de Superman, una mujer besando una manta recién lavada, dos chicas manga levitando en un cielo psicodélico, el príncipe Felipe con un polo verde rodeado de bebés, Marlene Mourreau enseñando las tetas y una loncha de jamón dulce apareciendo de la nada en una mano femenina. Cada día entiendo menos los intereses de la gente, pero a mi abuela le entretiene bastante. Marlene tiene buenas tetas, la verdad. No, ahora no me puedo masturbar.
-Ding dong… ¡El enfermero!
Le abro la puerta, venía con la vacuna para la gripe de la campaña de invierno. Le digo que está durmiendo pero no puede venir hasta la semana que viene, así que se la pondrá hoy. Le limpio otra vez la baba a la abuela y la despierto. Es bueno el mimbre este, me recoge muy bien el culo. Me quedo absorto mirando como la aguja penetra la piel curtida de su antebrazo. Esa piel ha vivido muucho, se nota que es una piel sabia. Mi imaginación bucea entre los pequeños virus inactivos que corretean por la corriente sanguínea de mi abuela, activando sus centros de producción de ufanos anticuerpos, dotados de armas específicas contra el recién inoculado invasor. Yo aún soy joven, las vacunas son para los abuelos. Un día, pronto, no tendrá que pasar por pinchazos y revisiones semanales. Pronto nada de eso será necesario. Sólo me tengo que esforzar un poquito más.
-Qué Adrián, a ti no te pincho ¿eh? ¡ Tú ya estás vacunado contra la realidad! ¡ Juaas!
El enfermero siempre me hacía bromas por el estilo, pero me llevaba bien con él porque la trataba con cariño. Le perdonaba la impertinencia, nadie es perfecto. Será mejor que vuelva con lo mío.

2 réplicas:

Anónimo dijo...

He deleitado con ansia y cariño las letras del relato Pi, tanto por el aprecio que tengo, a este, su autor como por haber gozado anteriormente de la oportunidad de leer otro relato más desgarrador. Ciertamente encuentro que el actual tiene tientes de cotidianidad, melancolía y cierto carácter castizo. Como lector y aún más como amigo del autor debo realizar una pequeña crítica. He sentido al leer que había como dos historias la evocación de la vejez y sus consecuencias y la obsesión del ser humano. Lo único que he encontrado a faltar es una mejor conexión entre ambas que el mero parentesco y la necesidad de uno y otra de vivir conjuntamente. En conclusión un mejor nexo entre realidad y ficción.

Un saludo xinxol.

ABravo dijo...

Xiinxol!!!! La verdad es que la historia es una mezcla entre realidad y ficción, y tampoco sentía la necesidad de establecer un nexo entre los dos personajes. Digamos que tanto el nieto como la abuela están inmersos en su propio mundo, evadidos de la realidad, pero de forma muy distinta, por lo que tampoco se les puede equiparar. De todas formas, tampoco quería que se extrajeran grandes conclusiones de la lectura, sólo es una historia más, un conflicto y un cambio. Pero gracias por la crítica xiinxol. Por cierto, nos vemos este finde no? son las fiestas de la Merce, ya farem algoo.

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